Sinopsis
Los pálidos transcurre en una writer’s room: la habitación en la que los guionistas escriben las series de televisión que, cada día más, ocupan nuestro tiempo como espectadores.
En una de estas salas, un guionista veterano y su equipo se sobreponen al fracaso de su último trabajo: una serie sobre un club de voleibol femenino que pretendía ser un canto a la sororidad femenina pero que ha sido defenestrada por sexista. Caídos en desgracia, y en la que seguramente sea su última oportunidad de mantener el empleo, deben pelear de nuevo por crear un éxito, haciendo malabares ideológicos entre lo mainstream y la corrección política, el efectismo y la honestidad, entre lo que es bueno para la ficción y bueno para sí mismos.
Este proceso es el marco en el que emergen sus vínculos de amor y rivalidad, su miedo a ser derrotados y, sobre todo, las relaciones de poder que van dibujando un latente conflicto de clase. Juntos deberán encontrar un relato común, una ficción relevante que vuelva a darles un lugar en el mundo. Al fin y al cabo, esta es la única manera de sobrevivir en el epicentro de una industria feroz y en el seno de un sistema económico que permanentemente busca la novedad y que desecha sin miramientos a quien carezca de brillo o se haya quedado atrás.
En los tiempos del llamado “consumo responsable”, Los pálidos cuestiona la posibilidad de la pureza y las contradicciones de una revuelta que tiene lugar en el corazón mismo de una industria millonaria.
Nota de la autora y directora
En apariencia, Los pálidos es una obra sobre el mundo de la televisión. Quizá yo misma lo pensaba al principio. Pero ahora sé que habla de algo más amplio: nuestra relación con el sistema de producción, con la idea de progreso, con el dinero.
Hace unos meses vi un espectáculo de Alexander Zeldin en el que una familia de clase media, por un revés económico, perdía su casa y aterrizaba sin esperarlo en un albergue para personas sin hogar. Recuerdo su sensación de incredulidad, ese ¿cómo ha podido pasar?
Parece que el miedo a quedarse fuera está calando en gente que antes se sentía segura, y eso ha recrudecido algunas cosas. Tener una voz propia, ser especial, marcar la diferencia… son obsesiones de los personajes de esta obra, pero también de nuestro tiempo, quizá como acto reflejo ante el terror a quedar obsoleto y por tanto al margen, sin que nadie venga a buscarnos. Todo eso es lo que late en el fondo de Los pálidos y la televisión es el contexto que me ayuda a abordarlo. Un contexto que, por otro lado, es fascinante en sí mismo. A veces digo que me ha criado la televisión porque pasé muchas horas delante de ella cuando era niña. Estábamos al comienzo de los 90 y nadie hablaba de emociones, pero todas aquellas series que me acompañaron cumplieron el rol de los mitos: explicarme el mundo como lo hace la cultura popular, de manera muy sencilla y sin pedirme nada a cambio.
Los pálidos será además mi debut como directora.
Lucía Carballal