Sinopsis
Ricardo III es un complejo y seductor laberinto de ficción. Al mismo tiempo, es posiblemente un auténtico documento de propaganda, que demuestra que una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad oportuna. Y esto no podría ser mejor espejo de nuestro tiempo: lo que parece ser, no es. Lo que es, desaparece. Pero nosotros no estamos dispuestos a desaparecer.
Entre la destreza del juego político, los intereses del complejo entramado genealógico y un voraz e insaciable deseo de tensión, William Shakespeare nos ofrece en bandeja un personaje virtuoso en el discurso, hábil en el disimulo y profundamente amoral, que intentará despedazar todo lo que se interponga entre él y el lugar donde se sublima su poder: el trono de Inglaterra.
Ricardo III es un juego. Y es precisamente este concepto de juego el que nos interesa. Desde el escenario, afirmamos todas las tensiones, virtuosismos, traiciones y lugares poéticos, a través del poder de dos lenguas que se expresan en el poder del cuerpo. Convertimos la batalla y el grito, el engaño y la violencia en espacio visual y sonoro, permitiendo que la ficción nos invada a través de todos los sentidos. Y en este redescubrimiento del lugar teatral, como lugar de asombro, garantizamos que nosotros, los que estamos en este escenario, no miramos, somos. No desaparecemos, generamos futuro.
Dentro de cien años, algún autor escribirá que este espectáculo nunca ocurrió. Es responsabilidad de cada persona que entra en esta sala no permitir que la Historia nos convierta en viento.
Nota del director
Desde el inicio de nuestro trabajo hemos intentado, como colectivo artístico, desmitificar las ideas preconcebidas que encierran al teatro en una práctica dogmática, a menudo presa de una excesiva dependencia de la palabra hablada y de su comprensión, así como de una experiencia fundamentalmente racional.
Nuestro trabajo en los últimos cinco años ha sido llevar al espacio escénico otra relación con la experiencia teatral a través de otros cuerpos, voces y formas de comunicación, abriendo nuevas perspectivas de práctica y disfrute ya sean más racionales, intuitivas, concretas o abstractas.
En Ricardo III nos emociona la posible contradicción entre la obra y su autor con el trabajo que desarrollamos:
Partimos de la no-normatividad física de un carácter belicoso y centrado en el ego, para argumentar que la norma puede llevarnos a la alienación y a la falta de empatía.
Utilizamos las estrategias de la traición y la manipulación para obtener un poder absoluto, para poner al público en el lugar de los personajes traicionados por Ricardo III, quitándoles poco a poco los códigos habituales del teatro, sustituyéndolos por otras gramáticas.
Transformamos el asesinato de Ricardo III en la posibilidad del renacimiento de un teatro más diverso, atento y en diálogo con otras lenguas y lenguajes.
Dejamos la bestialidad humana para encontrar un lugar colectivo más feliz.
Marco Paiva