PROGRAMA DE MANO
Sinopsis
¿Por qué hemos de ir siempre al teatro para ver lo que pasa y no lo que nos pasa? (Autor. Acto I)
España, años 30. Federico García Lorca trabaja en una nueva pieza teatral. Al poeta le mueve la obsesión por el reflejo de la vida real sobre el teatro, que considera caduco y autocomplaciente. Las tablas han abandonado la crítica social y no aceptan la vanguardia. Lejos de Nueva York, el artista granadino desea abrazar la modernidad y la innovación. Anhela romper con los convencionalismos de la escena española del momento, dominada por la estética y valores burgueses. Con La Barraca, con sus textos, Lorca quiere devolver el teatro al público. Al pueblo.
Autor: ¡No me interrumpa!
Espectador 1º: Tengo derecho. ¡He pagado mi butaca!
(Acto I)
Comedia sin título es un drama social inconcluso, inacabado, del que Federico García Lorca tan solo dejó por escrito su primer acto: al poco tiempo de iniciar su tarea, el poeta fue asesinado.
Nota de la directora
«En este momento dramático del mundo, el artista debe llorar y reír con su pueblo. Hay que dejar el ramo de azucenas y meterse en el fango hasta la cintura para ayudar a los que buscan las azucenas. Particularmente, yo tengo un ansia verdadera por comunicarme con los demás. Por eso llamé a las puertas del teatro y al teatro consagro toda mi sensibilidad» (Federico García Lorca).
Estas palabras de Federico escritas en una entrevista publicada el 10 de junio de 1936 me golpean en este presente convulso.
Nunca en este joven siglo el artista fue tan pueblo y el pueblo tan artista. Las fronteras piden a gritos ser diluidas por el encuentro, el abrazo, la comunicación.
Comedia sin título es un primer acto, una completa obra incompleta, una antesala de lo inconcluso, una premonición. Este primer acto acontece en un teatro, después transcurrirían el segundo y el tercero en la morgue y el cielo. Pero la obra nunca pudo ser acabada porque el poeta fue asesinado. Por eso, hemos huido del intento de “completarla” desde un punto de vista textual, optando por mostrar su carácter inconcluso y su potencial creativo, como si de una herida abierta se tratase: frente al impulso racional que tiende a clausurar el sentido de la pieza, exhibimos la herida e indagamos en su potencial creador, en su poder subversivo, en su dimensión alquímica, en su búsqueda de una teatralidad liberada de las servidumbres del naturalismo. Así, respetando su carácter inconcluso, estamos también evidenciando la barbarie que mató la posibilidad de belleza y que, aún hoy, sigue presente entre nosotros.
Comedia sin título habla de la revolución, del «no hay marcha atrás». Habla de la pasión por el arte y el amor por la vida. Nos azota en las butacas y nos agita en el escenario, nos recuerda que todas formamos parte de un mismo cuerpo colectivo compuesto, a su vez, de diferentes células que se necesitan entre sí, las unas a las otras. Pero, sobre todo, Comedia sin título es una puerta hacia un teatro nuevo, una invitación a recorrer nuevos caminos, cuidándonos las unas a las otras.
Marta Pazos