Cinco historias de muy diversa índole
Jorge Aznar Canet, Alberto Conejero, Roberto Martín Maiztegui, Cristina Rojas y María Velasco son los y las autoras convocadas a ficcionar esa intrahistoria que habita en Cañada Real. Cada cual ha escrito un relato a partir de su acercamiento al barrio y su vivencia personal. Raquel Alarcón los describe como “un abanico de relatos muy diverso -algunos tienen una gran parte documental, otros parten de un relato de vida concreto, otros recogen experiencias de encuentro con grupos de vecinas y vecinos…-, pero precisamente esta diversidad es interesante porque de alguna manera refleja la naturaleza de Cañada”.
Así, Germán, la historia de Alberto Conejero, recoge el testimonio real y directo de Germán, uno de los primeros pobladores del lugar. “En esta ocasión, he sentido que mi contribución más pertinente era la de presentar (esto es: dar presencia y presente) y no representar, dotar de una forma -y ahí ya hay una decisión poética y teatral- a la experiencia vivida en La Cañada”, manifiesta el autor.
Yo soy gitana, de Cristina Rojas, plasma un momento de encuentro que hubo en el centro sociocomunitario de la Cañada el 8 de marzo por la celebración del Día de la Mujer, pretexto que utiliza la autora para “profundizar en los prejuicios y estereotipos que las blancas y blancos, payas y payos, tenemos hacia la Cañada Real, a la que sólo conocemos por la televisión más manipuladora, e indagar en el antigitanismo, racismo y machismo”.
María Velasco ha optado por contar su propia inmersión en la Cañada, “como alguien que se acerca virgen a una realidad que sólo conoce (mal) por los medios. Y todo lo que supone abandonar las rutas preestablecidas dentro de la ciudad que acaban, ineludiblemente, en procesos de gentrificación”.