Esta nueva temporada del Centro Dramático Nacional tiene una cuestión central que la recorre:
¿Cuáles son las preguntas que surgen
de la situación de vulnerabilidad que estamos viviendo?
Vulnerable es aquello que puede ser herido o recibir lesión, física o moralmente. En estos momentos somos una sociedad vulnerable y nosotros desde el Centro Dramático Nacional queremos comprometernos con esa vulnerabilidad. Uno de los momentos esenciales de la vida de una persona está en la infancia, cuando toma conciencia de la vulnerabilidad y aparece la posibilidad de la muerte como una realidad.
La sociedad neoliberal fomenta el miedo y ofrece como solución la fantasía de la invulnerabilidad, que se logra a través de la compulsión del consumo.
A la muerte se le da la espalda y así se le da la espalda a la mitad de la vida, a las preguntas esenciales que nacen de la dualidad vida y muerte. Vivimos un tiempo en el que la falsedad de esconder la muerte se hace imposible, lo esencial se ha colocado encima de la mesa de nuestra vida cotidiana. Tomar conciencia de esa realidad nos ayuda a controlar el miedo y a ocuparnos de lo que somos: seres frágiles.
Iniciamos la temporada con la programación que tuvo que suspenderse debido al estado de alarma. De manera unánime y no acordada, los teatros nos hemos comprometido con todos los espectáculos que deberían haberse visto en primavera para que se vean ahora en otoño. Noche oscura, Otoño en abril, Verano en diciembre, Los días felices, Transformación, El chico de la última fila, Tribus, Siglo mío, bestia mía y Querido capricho. Algunas de estas producciones se encontraban en exhibición cuando hubo que cerrar. Otras habían iniciado los ensayos, y otras iniciaron los ensayos durante el confinamiento a través de plataformas digitales. Otto Neurath tiene una gran metáfora que puede aplicarse al tiempo que vivimos: “Imaginemos que somos como marineros que en alta mar tienen que cambiar la forma de su embarcación para hacer frente a los destrozos de la tempestad. Para transformar la quilla de su nave tendrán que usar maderos a la deriva o tal vez tablas de la vieja estructura. No podrán, sin embargo, llevar la nave a puerto para construirla de nuevo. Y mientras trabajan tendrán que permanecer sobre la vieja estructura de la nave y luchar contra el temporal, las olas desbocadas y los vientos desatados. Ese es nuestro destino como científicos”. A ese destino nos sumamos las y los artistas.
Durante el confinamiento el Centro Dramático Nacional mantuvo su actividad a través de internet, creando La Ventana del CDN. Este espacio virtual sirvió para encargar a los artistas proyectos de todo tipo. Desde material textual, vídeos, creaciones gráficas y de audio. El objetivo era hacer lo posible para mantener activa a la profesión y vivo el vínculo con nuestro público. Dentro de esta acción se creó LA PIRA, un proyecto que constaba de tres capítulos, La conmoción, La distancia y La incertidumbre, que pudieron verse en streaming durante el mes de junio y de manera presencial en septiembre.
La nueva temporada estaba diseñada antes de la llegada de la pandemia. A estas alturas podemos decir que somos otras personas, que algo se ha transformado en nuestras emociones y en nuestra manera de ver el mundo.La consciencia de la vulnerabilidad remite directamente al sujeto vulnerable, a la cuestión de la identidad.
¿Quién es la sociedad que es sometida al dictado de un virus?
¿Quién es el sujeto que puede ser herido?
El arte siempre ha tenido la facultad de la anticipación. No porque tenga dotes adivinatorias, sino porque se refiere a los conflictos y a las cuestiones que todavía no son conscientes. Es cierto que todos los problemas que ha destapado la pandemia ya existían, y que la fragilidad, como dice Juan Mayorga, se encuentra en la base y en el origen del teatro, pero siempre llama la atención la capacidad de los espectáculos creados de manera orgánica para estar vinculados al fluir de los acontecimientos.
La triste pérdida de Gerardo Vera el 20 de septiembre ha supuesto un duro golpe y al mismo tiempo un impulso para seguir su ejemplo de inventor incansable. En unas semanas comenzaremos los ensayos de su Macbeth para llevar al escenario el concepto que él ya tenía acabado.
Macbeth, O agora que demora, Atraco paliza y muerte en Agbanäspach, Los papeles de Sísifo, Shock y Calígula Murió. Yo no; tratan el tema de la función del Estado como organización diseñada para proteger a las personas débiles y que, sin embargo, se puede convertir en la maquinaria más sanguinaria y destructiva que existe. Nunca como ahora hemos mirado hacia las estructuras que nos defienden, nunca como ahora no debemos perder de vista que en muchos momentos se convierten en estructuras que atacan. El Estado que olvida a los vulnerables pierde su sentido. Vivimos unos momentos en los que el tiempo parece moverse dentro de otros parámetros.
Esperamos que llegue pronto un futuro en el que poder recordar lo que nos está pasando como una pesadilla, y recordamos el pasado para apuntalar la identidad contra la que parece luchar este presente. Conservando memoria, País clandestino, El bar que se tragó a todos los españoles y Los Remedios nos hablan de la memoria del cuerpo, de las historias olvidadas con esfuerzo y recordadas ahora para devolverles su dignidad.
Y llegar hasta La luna y La Panadera son piezas que abordan la sexualidad como parte esencial de nuestra vulnerabilidad y de nuestra identidad. El patriarcado y el neoliberalismo han vaciado la sexualidad de sentido para convertirla en un acto violento de consumo, en el que la sexualidad femenina ha sido víctima de esa agresión histórica. En Héroes en diciembre y El combate del siglo sus personajes luchan, como dice Eva Mir, “por recuperar la vida con mayúsculas, y no un sucedáneo de la misma.”. Personajes frágiles que nos recuerdan que la vida y la muerte forman parte de la misma realidad cotidiana. Hamlet es otra historia de identidad, quizás “la historia” sobre la identidad, y esta versión que presentamos pone el acento también sobre la diversidad y la vulnerabilidad.
El Centro Dramático Nacional continúa con el teatro dedicado a toda la familia a través del ciclo de “Titerescena” que incluye espectáculos de teatro de títeres y de objetos con el apoyo y asesoramiento de TOPIC (Centro Internacional del Títere de Tolosa).
Dramáticos en Residencia, La ventana del Dramático, Nuevos Dramáticos, Dramawalker, Talleres para profesionales y para públicos, Encuentros con el público coordinados por estudiantes y Carta Blanca para las y los creadores en reflexiones sobre sus obras vertebran la programación de actividades transversales. Respecto a la edición, además de dar continuidad a la publicación de los textos inéditos de nuestras producciones, presentamos una nueva revista llamada Dramática.
Es esencial para un teatro crear vínculos de solidaridad intelectual y creativa entre el sector profesional y el público, espacios de complicidad entre función y función que creen los cimientos para nuevos espectáculos, lugares para fortalecer los músculos invisibles de la creatividad, tiempos para deambular juntos entre materiales, imágenes y pensamientos que serán la fuente de futuros textos.
Esta es una programación que quiere hacer un llamamiento a la acción. Los seres heridos necesitan reaccionar para curarse. Dentro de esta acción está nuestro trabajo. La fragilidad despierta, según Emmanuel Levinás, una ética radical del auxilio. La única solución es ir al encuentro del otro con un fin solidario. Cada ser humano responde de sí mismo y de todos.
La soledad se está convirtiendo en una pandemia paralela contra la que quiere luchar el acto asambleario del teatro.
Estamos preparados para ofrecer espacios seguros en los que la sociedad encuentre, como
siempre, lugares de ficción para entender la realidad.
Alfredo Sanzol
Director del Centro Dramático Nacional