Sobre el espectáculo
Imaginaos que estoy en escena sola con mi sinte y estoy acojonada. En realidad, hago de una tía muy nerviosa que se va a enfrentar a algo muy heavy. No hay nada heavy en mi selección musical, pero intento ser un poco punkarra porque eso siempre es aplaudido en las performances. Pienso en lo punki y solo veo al tío con cresta que se me quedaba mirando siempre en el Maycar. Estoy en escena sola sin cresta y queriendo que la gente diga: «esta tía es muy punki». Los punkis que he conocido no reciclaban, tiraban los pitillos al suelo y llevaban pantalones apretados con cadenas.
A mí me gustan los pantalones flojos tipo slouchy y reciclo hasta mi regla, así que renuncio definitivamente a ser punki. Imaginaos que empiezo excusándome como cuando vas a hablar en inglés y dices sorry for my english, porque esto que me propongo es muy difícil. Entonces, imaginaos que yo lo sé y que vosotras lo sabéis, pero todas somos muy educadas y asumimos que puede darse el acontecimiento, y deseamos que suceda algo y que no nos entre el sueño.
Objetivo principal: que mi audiencia no se duerma. Entonces puedo optar por hacer algo entretenido, para que mi público no se duerma o puedo generar un ritmo frenético hasta incluso crearles cierta ansiedad. Esto último no es un deseo muy noble para una artista que se considera hedonista y que solo quiere hacer que la gente se lo pase bien. El objetivo podría ser que el público saliera de verme con ganas de bailar y eso ya me gusta más. Que digan: «salí de ver la movida esa de Roland mon amour con ganas de partir la pana y super concienciada».
Nota de la autora y directora
Empecé a imaginar Roland mon amour hace tres años, cuando al encender a Roland yo me encendí viendo que, aunque no supiera música, podía tocar este instrumento. Mi tardía afición a las raves empezó a generar en mis ensoñaciones sobre lo que podría ser un nuevo formato, donde convocara a mi tribu, a través de la música electrónica, donde pusiera mi cuerpo para invocar a la madre tierra a través de cánticos de desesperación. Este trabajo va de mi amor a la música, al deseo y a la fiesta, pero sobre todo va de mi búsqueda de la resiliencia en un camino creativo lleno de frustraciones y dudas, pero con una intuitiva apuesta por la conexión a través de lo sonoro, intentando huir de cierta teatralidad en favor del estar presente, conectada con lo que hago, con lo que nos trastorna y empuja, trascendiendo lo textual y la acción dramática.
Roland es un monodrama de deseo y música. Roland es una herida abierta, un conflicto con la vida, una contradicción perpetua y una búsqueda de amor infinito. En este proyecto quiero ser sincera, irónica y doméstica y compartir con vosotras un viaje sonoro desde la emoción y el goce, intentando generar complicidad e identificación desde mi fragilidad. La propuesta está atravesada por las contradicciones con mi identidad, la búsqueda de hedonismo y vías de escape, la rabia de lo cotidiano, mi evangelización ecológica, el civismo, la depresión recurrente, el deseo de colectividad y afectos, la precariedad del arte, la complicada relación con la culpa, influenciada por la educación católica, y el amor por mi gata. Es una presentación de mí misma y de mis pasiones, donde comparto el mismo espacio que el público, nada nos separa, y quiero que estemos juntas en esto. Ojalá lo consiga y todas lo disfrutéis porque tengo ganas de compartir algo bonito.
Cris Balboa