PROGRAMA DE MANO
Sinopsis
El sistema de sanidad pública colapsa. Como muchos otros pacientes en todo el país, Ismael, que sufre una rara enfermedad, está a punto de verse obligado a abandonar el hospital en que lo han venido tratando.
Sucede entonces que Felicia, su esposa, recibe de Salinas, empleada del hospital, una inesperada propuesta: Ismael conservará su cama y seguirá recibiendo tratamiento si ella memoriza un texto. Parece, en principio, una tarea sencilla de cumplir: memorizar en orden unas cuantas palabras. Sin embargo, día a día, Felicia percibirá que, conforme haga suyas las palabras de ese texto, que no sabe quién escribió, algo dentro de ella ―en sus sueños, en su memoria, en su imaginación; también en su cuerpo y en su voluntad― se irá transformando.
Nota del autor
Había escrito El Golem hace unos años, pero algo ocurrió durante el confinamiento ―en medio de la conmoción general, de la angustia de tantos, del temor de otros a que el orden en que habíamos vivido pudiese hundirse― que me impulsó a reescribirla y a enviársela a Alfredo Sanzol. Para mí es un enorme honor que un director y dramaturgo al que admiro y por el que me siento influido, haya decidido poner en escena esta obra. Cuyo asunto, creo, es el poder de las palabras que nos envuelven y atraviesan y con las que hacemos nuestras pesadillas y nuestros sueños.
Juan Mayorga
Nota del director
Después de leer por primera vez El Golem me descubrí hablándole a mi hijo con una propiedad, un cuidado, un cariño y una consciencia con la que creo que no le había hablado hasta entonces. Y de mi hijo el efecto pasó a todos los que me rodean. Y cuando me dejo llevar por la corriente del uso atolondrado de las palabras aparecen como salvadoras las imágenes que me produjo la obra de Juan Mayorga.
Esta historia habla del poder que tienen las palabras para construir lo que somos. En un momento de la historia en el que la capacidad de hacer circular las palabras se ha multiplicado de manera nunca antes conocida, también se ha multiplicado la capacidad de usar las palabras para mentir, destruir, deformar y manipular. Nunca como ahora habíamos sufrido el poder descontrolado de la palabra, y esta obra cuenta una historia que nos hace conscientes de algo que pasamos por alto: somos lo que decimos, somos lo que leemos, somos lo que aprendemos.
Para que Ismael pueda seguir con su tratamiento, su mujer, Felicia, comienza a aprender una serie de palabras que le pasa Salinas. La historia tiene una atmósfera de misterio fantástico, la contundencia de la acción contrasta con la sensación de no poder atrapar todo lo que pasa. Los sueños de Felicia son el primer síntoma de que se está transformando en otra persona, y el hospital en el que se encuentran se convierte en un mundo con sus propias reglas.
Juan Mayorga es un autor y director al que admiro. Su capacidad de contar historias de múltiples lecturas lanza los argumentos a infinitas conexiones de la experiencia humana. Las historias de Mayorga amplían la mirada sobre los hechos que cuenta porque ilumina enigmas que el automatismo de los días da por resueltos haciendo del teatro un lugar de pensamiento colectivo.
Alfredo Sanzol